Voy a ser sincero: durante mucho tiempo, pensé que tener una buena página web y un producto decente era suficiente para vender por internet. Hice lo típico: monté la web, diseñé un par de páginas, puse el botón de “comprar ahora” y esperé que el tráfico hiciera su magia.

Spoiler: no pasó nada.

Tuve que tropezar varias veces (y perder tiempo y algo de dinero) hasta que entendí por qué no estaba funcionando. El problema no era el producto. El problema era que no tenía un sistema para convertir visitas en clientes. No tenía un proceso. No tenía un embudo.

El clic que me lo hizo ver todo claro

Un día, después de ver otro intento fallido de lanzamiento, me puse a buscar por qué algunos emprendedores vendían como locos con productos incluso más simples que el mío. La palabra que más se repetía era esta: embudo de ventas.

Y fue como si me encendieran la luz. Empecé a entender que cada persona que llega a una web está en un punto diferente: algunos solo están curioseando, otros comparando y unos pocos listos para comprar. Sin un embudo, los trataba a todos igual, y los perdía.

¿Qué es un embudo (de verdad)?

Yo antes pensaba que era algo técnico, algo de gurús, pero no. Un embudo de ventas es simplemente una forma de guiar a una persona desde que te conoce hasta que confía en ti lo suficiente como para comprarte.

Y lo mejor es que se puede automatizar.

Con herramientas como systeme.io, pude construir mi primer embudo completo en menos de una tarde. Tenía su formulario, su página de gracias, sus emails, todo conectado. Lo lancé. Y sí: empecé a ver resultados. No me hice rico de un día para otro (nadie lo hace), pero empecé a tener ventas reales, y lo más importante: empecé a entender cómo funcionaba el juego.

Lo que me habría gustado saber antes

Si estás empezando en esto, o ya llevas un tiempo pero sientes que estás estancado, te diría esto:
No te centres solo en la web. Ni siquiera solo en el producto.
Crea un sistema. Un camino para tu visitante. Un embudo.

Hoy, no podría imaginarme lanzando nada sin uno.